Todo este cargamento fue introducido por un confinado del país dentro de su recto, y logró ser detectado por
el personal de salud del Departamento de Corrección y Rehabilitación a través de una radiografía.
Parece un cuento, pero esta es la alarmante realidad que se vive en las instituciones correccionales del país, donde ha surgido una modalidad en el que los reclusos cargan con objetos “extraños” en sus cavidades corporales (recto y vagina), como parte de un esquema de contrabando que incluye el “alquiler de cuerpos” de reos para introducir los productos a las cárceles. Es decir, algunos reos sirven de mula –y literalmente se juegan la vida– para entrar a las instituciones objetos, como los celulares.
Para que tengan una idea, en lo que va de año se han incautado 2,500 celulares. Además, en sólo cuatro meses (hasta abril) se habían constatado, a través de radiografías, 71 casos de confinados y reclusas que llevaban en sus entrañas objetos como celulares, cargadores, tornillos, alambres y chips (SIM card), entre otros. La cifra se duplicó en comparación con el año pasado, cuando se evidenciaron con placas 33 casos.
El secretario de Corrección, Jesús González, dijo que las unidades de inteligencia de la agencia tienen conocimiento del asunto. De hecho, las investigaciones apuntan a que los costos de alquiler de cuerpo varían desde los $250 hasta $350. Pero eso no es todo: ya dentro de la institución, aparatos como los celulares –que son el objeto de mayor contrabando a través de esta modalidad– se venden por precios similares. Otros optan por alquilarlos a un costo mucho más módico.
“El alquiler de cuerpos es un planteamiento que se ha levantado... la situación que tenemos ahora mismo es que muchos confinados tienen su propio SIM card, así que lo que hacen es alquilar el celular”, expresó el titular, al indicar que muchos requieren del móvil para comunicarse con familiares y amigos, pero otros para mecanismos de extorsión, como ha trascendido públicamente.
“Pero sea cual sea la razón, es ilegal y el celular no ayuda a la rehabilitación del confinado. Además, se ha dicho que el que ostenta posición de liderato no carga el celular. Así que se lo asigna a otro. El asunto aquí es que nosotros procesamos al que tiene posesión del celular”, expresó González, al indicar que la pena por este delito, tipo 4, es de entre seis meses y un día hasta tres años de cárcel adicionales a la condena que ya cumple el recluso.
A raíz del esquema, entre otros problemas, Corrección ha tomado medidas extremas de seguridad, como lo fue ocupar la Escuela Industrial de Mujeres de Vega Alta, donde desde el domingo permanecen agentes de la Unidad de Operaciones Tácticas, SWAT, Arrestos Especiales y la K-9.
Precisamente, en el operativo del domingo, la unidad de perros –adiestrados para detectar drogas y celulares– marcaron a 10 confinadas. Éstas, tal como publicó ayer Primera Hora, fueron sometidas a un protocolo que incluye el traslado a una celda seca (sin servicio de inodoro) con el fin de que expulsen el material, si alguno, que llevan dentro. Se supo que una de ellas entregó un celular voluntariamente. Otras hicieron sus necesidades fisiológicas sin que se les detectara absolutamente nada, por lo que fueron devueltas a sus celdas. El resto completaría anoche el periodo de 48 horas establecido por el reglamento de Corrección y podrían ser sometidas a radiografías con una orden judicial.
“Es importante que se sepa que estos operativos y la ocupación en la cárcel de mujeres continuará... hoy mismo (ayer) cayó otra con un celular. Los 40 canes que tenemos, entre ellos 10 nuevos que llegaron la semana pasada, están haciendo más difícil el contrabando. Por eso ha proliferado la práctica de introducirse el objeto en las cavidades. Pero estos perros, incluso, pueden detectar éso”, dijo el Secretario, al explicar que usualmente los perros utilizados en la unidad pertenecen a las razas labrador, pastor alemán y pastor holandés.
Cada uno de los canes tiene un precio de $7,000 y llegan desde el estado de Florida. “Pero ese dinero es lo menos. Ahí no se incluye el traslado de estos animales, que viajan en un vehículo especial que costó $30,000, ni los costos de cuidado y entrenamiento. En realidad es la unidad (investigativa) más onerosa, pero de las más efectivas”, expresó González.
Se juegan la vida
Mientras, el director de operaciones de los Servicios de Salud Correccional, el licenciado Bill Resto, le mostró a Primera Hora varias radiografías que muestran objetos en las cavidades de algunos reos.
La placa más reciente, tomada el 24 de mayo, corresponde a una reclusa que se introdujo en la vagina un celular smartphone del que se puede ver, incluso, su teclado. En otra de las radiografías, realizada el 23 de marzo, se ve claramente un celular, con su respectivo cargador y chip (SIM card).
Los hombres parecen ser un poco más arriesgados, pues algunos de ellos han introducido en su recto varios artículos a la vez. De hecho, hay una placa en la que se evidencia la presencia de baterías AA, alambres y tornillos.
¿Para qué tornillos?, le preguntamos a Resto, quien contestó que éstos son utilizados dentro de las cárceles como fisgas.
“Ese tipo de cosas, como los tornillos y alambres, son un arma en las instituciones”, dijo.
La forma de introducir los objetos al cuerpo varían. Unos utilizan plástico, como bolsas, mientras otros prefieren envolver el artículo en un condón, con globos de cumpleaños o con cinta adhesiva.
“No sé cuál sea el objetivo de estos confinados, pero literalmente se juegan la vida al hacerlo y hemos tenido varias emergencias que han culminado con intervenciones quirúrgicas”, detalló Resto, al indicar que la introducción de objetos en las partes íntimas pudiera terminar en casos de septicemia, peritonitis, remoción de intestino, perforaciones, laceraciones de útero y hasta la muerte.
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Fuente: Primera Hora
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