La disputa por la autenticidad de los restos del líder de la
revolución de abril del 65, coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó,
podría llegar a su fin si las partes enfocadas en esta discusión
acuerdan realizarle
una prueba de ácido desoxirribonucleico (ADN).La sugerencia es del catedrático Jesús de la Rosa, quien dice haber mostrado interés por el tema luego de que el antropólogo que examinó los restos del combatiente dijera que éstos coincidían con los de un hombre que tenía la misma edad de Caamaño.
Entiende que estas explicaciones no fueron suficientes para afirmar que los restos examinados son de Caamaño.
“Si existen dudas acerca de que si los restos que están en el cementerio de la Máximo Gómez son verdaderamente los de Caamaño, es algo que se puede comprobar, porque Caamaño tuvo cinco o seis hijos aquí, basta con una prueba de ADN”, propuso de la Rosa.
“En caso de que sí, mejor; pero en caso de que no, eso en nada perjudica la imagen de Caamaño”, precisa el profesor De la Rosa.
Entiende que no es pertinente llevar los restos hallados por el excombatiente Claudio Caamaño al Panteón Nacional, hasta tanto no sean sometidos a un análisis científico para determinar su autenticidad.
Un viejo debate
El pasado día 5 de este mes, los senadores aprobaron, en primera lectura, el proyecto que dispone el traslado de los restos de Caamaño Deñó al Panteón Nacional, en su condición de Héroe Nacional y presidente de la República.
Esta disposición ha resucitado el histórico debate entre dos exguerrilleros y cercanos colaboradores del líder de la revuelta de abril del 1965, fusilado en los doce años del fenecido expresidente Joaquín Balaguer, el 16 de febrero del 1973.
La decisión de los congresistas fue más que suficiente para que los exguerrilleros Claudio Caamaño y Hamlet Hermann retomaran su vieja disputa respecto a si los restos que descansan en el cementerio de la Máximo Gómez se corresponden realmente con los de Caamaño.
“Hammlet nunca subió a las montañas”, sentencia Claudio, para neutralizar cualquier opinión que el exguerrillero pueda emitir sobre las diligencias para localizar los restos de su pariente y de otros combatientes. Claudio mantiene firme su categórica afirmación de que quien está enterrado en el cementerio de la Máximo Gómez es lo que pudo recuperar del cuerpo de Caamaño.
Recuerda que después de exterminada la guerrilla, prometió buscar los cadáveres de sus compañeros de lucha, misión que inició en el 1979 y terminó el 2 de mayo del 1987, cuando junto a un grupo de voluntarios hallaron la tumba donde sepultaron a Caamaño, fusilado por un escuadrón militar antiguerrilla, en la loma de Nizaíto, en La Vega.
Claudio cuenta que los restos de Caamaño estaban junto a los guerrilleros, también ejecutados, Eberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas. Asegura que durante los siete años de exploración participaron personalidades de la vida pública nacional, entre ellos el fenecido comunicador Freddy Beras Goico.
Las investigaciones realizadas por Claudio para localizar el cuerpo de Caamaño determinaron que, ciertamente, hubo intentos de quemar el cadáver de su primo. Dice que esto no fue posible por el torrencial aguacero que caía en la montaña el día en que lo fusilaron.
“Hubo una gran parte que no pudieron quemarla, por la lluvia y la humedad”, evoca. Indica que los restos que los militares no pudieron incinerar, “que eran bastantes”, fueron sepultados en una esquina de la tumba donde yacían los cadáveres de Lalane José y Pérez Vargas.
“En principio no lo encontrábamos y luego sí lo encontramos. Tan pronto encontramos los primeros restos, llamamos a Santo Domingo y entramos en comunicación con el entonces ministro de las Fuerzas Armadas, Imbert Barreras, para que nos enviara un antropólogo para que levantara los restos”, explicó.
Con este episodio, Claudio reafirma su tesis de que gran parte de los restos de Caamaño sí pudieron ser recuperados, y que su autenticidad pudo ser validada por el antropólogo Abelardo Jiménez Lambertus.
La versión de Hamlet
Hamlet Hermann refuta en todas sus partes lo que Claudio defiende como una verdad absoluta e irrebatible. Hermann entiende que los restos velados por nueve días en la iglesia La Paz, en el Centro de los Héroes, en la capital, y enterrados el 12 de mayo del 1987 fueron otros y no los de su camarada Caamaño Deñó.
“Los diarios de la época están ahí narraron todo. La incineración del cadaver de Caamaño la encabezó el teniente Juventino Matos, alias Junguito. Luego, el teniente Vicente Peralta se llevó los restos en un helicóptero hacia San Isidro, después los montaron en un avión y fueron lanzados al mar”, asegura Hermann.
La postura del exguerrillero no es nada nueva. Hamlet siempre ha defendido su tesis de que el cuerpo de Caamaño fue quemado entero y sus cenizas tiradas al mar. En una carta enviada a Balaguer, fechada 20 de mayo del 1987, Hamlet le enrostra al fallecido político la astucia con que manejó públicamente todo lo concerniente a los restos de Caamaño.
“Ni siquiera el hecho de que los antropólogos, quienes a la vez son funcionarios de su Gobierno, no pudieran comprobar científicamente que esos huesos correspondían al coronel Francisco Alberto Caamaño, fue óbice para que se enterraran como tales en el día que usted, señor Presidente, así lo dispuso”, expresó Hamlet en la misiva dirigida a Balaguer.
Hamlet repite su teoría sobre la suerte final de los restos de Caamaño en su libro “El Fiero, Eberto Lalane José”, donde se recogen datos sobre cómo fueron lanzados al mar los cadáveres de Francis Caamaño, Eberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas.
El exministro de las Fuerzas Armadas, Ramón Emilio Jiménez, a quien en compañía del general retirado Enrique Pérez y Pérez se atribuye el ametrallamiento de Caamaño, dijo en una entrevista a un canal de televisión que fue él quien dispuso que los restos de Caamaño fueran incinerados y sus cenizas fueran esparcidas por las montañas.
Claudio había pedido un estudio a restos hallados
Aunque ahora entiende que no es necesaria una prueba de ADN a los restos que dice corresponden a Caamaño, en octubre del año pasado, Claudio envió una carta al senador Félix Nova, de la provincia Monseñor Nouel, en la que le pedía que antes de ser llevados al Panteón Nacional a los restos del coronel de Abril se le haga un estudio científico para desmentir cualquier negación interesada. “Yo garantizo, que esos son los restos de Caamaño”, dijo.
Exministro de FF.AA. niega fusilara a Caamaño
En la entrevista realizada a Emilio Jiménez en el programa Hoy Mismo, el 9 de agosto del 2001, dijo que el padre de Caamaño, general Augusto Caamaño, fue a su oficina a solicitarle la entrega de los restos de su hijo fusilado por el régimen al que servía. Jiménez recordó que le respondió de la siguiente forma: “Lo siento mucho, pero ese cadáver ni yo mismo he querido saber dónde va a estar enterrado, porque eso serviría para que futuras generaciones de jóvenes quisieran asistir en peregrinación”. Este militar retirado y hombre clave en la estructura de poder de los 12 años niega que haya fusilado a Caamaño. Dice que murió peleando “por las causas que él creía”.
una prueba de ácido desoxirribonucleico (ADN).La sugerencia es del catedrático Jesús de la Rosa, quien dice haber mostrado interés por el tema luego de que el antropólogo que examinó los restos del combatiente dijera que éstos coincidían con los de un hombre que tenía la misma edad de Caamaño.
Entiende que estas explicaciones no fueron suficientes para afirmar que los restos examinados son de Caamaño.
“Si existen dudas acerca de que si los restos que están en el cementerio de la Máximo Gómez son verdaderamente los de Caamaño, es algo que se puede comprobar, porque Caamaño tuvo cinco o seis hijos aquí, basta con una prueba de ADN”, propuso de la Rosa.
“En caso de que sí, mejor; pero en caso de que no, eso en nada perjudica la imagen de Caamaño”, precisa el profesor De la Rosa.
Entiende que no es pertinente llevar los restos hallados por el excombatiente Claudio Caamaño al Panteón Nacional, hasta tanto no sean sometidos a un análisis científico para determinar su autenticidad.
Un viejo debate
El pasado día 5 de este mes, los senadores aprobaron, en primera lectura, el proyecto que dispone el traslado de los restos de Caamaño Deñó al Panteón Nacional, en su condición de Héroe Nacional y presidente de la República.
Esta disposición ha resucitado el histórico debate entre dos exguerrilleros y cercanos colaboradores del líder de la revuelta de abril del 1965, fusilado en los doce años del fenecido expresidente Joaquín Balaguer, el 16 de febrero del 1973.
La decisión de los congresistas fue más que suficiente para que los exguerrilleros Claudio Caamaño y Hamlet Hermann retomaran su vieja disputa respecto a si los restos que descansan en el cementerio de la Máximo Gómez se corresponden realmente con los de Caamaño.
“Hammlet nunca subió a las montañas”, sentencia Claudio, para neutralizar cualquier opinión que el exguerrillero pueda emitir sobre las diligencias para localizar los restos de su pariente y de otros combatientes. Claudio mantiene firme su categórica afirmación de que quien está enterrado en el cementerio de la Máximo Gómez es lo que pudo recuperar del cuerpo de Caamaño.
Recuerda que después de exterminada la guerrilla, prometió buscar los cadáveres de sus compañeros de lucha, misión que inició en el 1979 y terminó el 2 de mayo del 1987, cuando junto a un grupo de voluntarios hallaron la tumba donde sepultaron a Caamaño, fusilado por un escuadrón militar antiguerrilla, en la loma de Nizaíto, en La Vega.
Claudio cuenta que los restos de Caamaño estaban junto a los guerrilleros, también ejecutados, Eberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas. Asegura que durante los siete años de exploración participaron personalidades de la vida pública nacional, entre ellos el fenecido comunicador Freddy Beras Goico.
Las investigaciones realizadas por Claudio para localizar el cuerpo de Caamaño determinaron que, ciertamente, hubo intentos de quemar el cadáver de su primo. Dice que esto no fue posible por el torrencial aguacero que caía en la montaña el día en que lo fusilaron.
“Hubo una gran parte que no pudieron quemarla, por la lluvia y la humedad”, evoca. Indica que los restos que los militares no pudieron incinerar, “que eran bastantes”, fueron sepultados en una esquina de la tumba donde yacían los cadáveres de Lalane José y Pérez Vargas.
“En principio no lo encontrábamos y luego sí lo encontramos. Tan pronto encontramos los primeros restos, llamamos a Santo Domingo y entramos en comunicación con el entonces ministro de las Fuerzas Armadas, Imbert Barreras, para que nos enviara un antropólogo para que levantara los restos”, explicó.
Con este episodio, Claudio reafirma su tesis de que gran parte de los restos de Caamaño sí pudieron ser recuperados, y que su autenticidad pudo ser validada por el antropólogo Abelardo Jiménez Lambertus.
La versión de Hamlet
Hamlet Hermann refuta en todas sus partes lo que Claudio defiende como una verdad absoluta e irrebatible. Hermann entiende que los restos velados por nueve días en la iglesia La Paz, en el Centro de los Héroes, en la capital, y enterrados el 12 de mayo del 1987 fueron otros y no los de su camarada Caamaño Deñó.
“Los diarios de la época están ahí narraron todo. La incineración del cadaver de Caamaño la encabezó el teniente Juventino Matos, alias Junguito. Luego, el teniente Vicente Peralta se llevó los restos en un helicóptero hacia San Isidro, después los montaron en un avión y fueron lanzados al mar”, asegura Hermann.
La postura del exguerrillero no es nada nueva. Hamlet siempre ha defendido su tesis de que el cuerpo de Caamaño fue quemado entero y sus cenizas tiradas al mar. En una carta enviada a Balaguer, fechada 20 de mayo del 1987, Hamlet le enrostra al fallecido político la astucia con que manejó públicamente todo lo concerniente a los restos de Caamaño.
“Ni siquiera el hecho de que los antropólogos, quienes a la vez son funcionarios de su Gobierno, no pudieran comprobar científicamente que esos huesos correspondían al coronel Francisco Alberto Caamaño, fue óbice para que se enterraran como tales en el día que usted, señor Presidente, así lo dispuso”, expresó Hamlet en la misiva dirigida a Balaguer.
Hamlet repite su teoría sobre la suerte final de los restos de Caamaño en su libro “El Fiero, Eberto Lalane José”, donde se recogen datos sobre cómo fueron lanzados al mar los cadáveres de Francis Caamaño, Eberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas.
El exministro de las Fuerzas Armadas, Ramón Emilio Jiménez, a quien en compañía del general retirado Enrique Pérez y Pérez se atribuye el ametrallamiento de Caamaño, dijo en una entrevista a un canal de televisión que fue él quien dispuso que los restos de Caamaño fueran incinerados y sus cenizas fueran esparcidas por las montañas.
Claudio había pedido un estudio a restos hallados
Aunque ahora entiende que no es necesaria una prueba de ADN a los restos que dice corresponden a Caamaño, en octubre del año pasado, Claudio envió una carta al senador Félix Nova, de la provincia Monseñor Nouel, en la que le pedía que antes de ser llevados al Panteón Nacional a los restos del coronel de Abril se le haga un estudio científico para desmentir cualquier negación interesada. “Yo garantizo, que esos son los restos de Caamaño”, dijo.
Exministro de FF.AA. niega fusilara a Caamaño
En la entrevista realizada a Emilio Jiménez en el programa Hoy Mismo, el 9 de agosto del 2001, dijo que el padre de Caamaño, general Augusto Caamaño, fue a su oficina a solicitarle la entrega de los restos de su hijo fusilado por el régimen al que servía. Jiménez recordó que le respondió de la siguiente forma: “Lo siento mucho, pero ese cadáver ni yo mismo he querido saber dónde va a estar enterrado, porque eso serviría para que futuras generaciones de jóvenes quisieran asistir en peregrinación”. Este militar retirado y hombre clave en la estructura de poder de los 12 años niega que haya fusilado a Caamaño. Dice que murió peleando “por las causas que él creía”.
Fuente: El Caribe
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