Lo siguiente que recuerda Valladares es que varios guardias de seguridad y agentes de policía le tiraron al suelo, golpearon e insultaron mientras trataban de esposarle. La cajera del banco le había confundido con un atracador y había accionado la alarma silenciosa.
Por eso, cuando Valladares, de 50 años y ex agente de préstamos hipotecarios, entró en la sucursal con una gorra idéntica, la empleada que le atendió no vio más y llamó a las autoridades, que primero le detuvieron y luego le dejaron marchar tras comprobar que no era quien buscaban.
De 100 dólares a 3,3 millones
Dolorido y humillado, Valladares, que todavía sufre de dolores de cabeza, visión borrosa y trastornos de estrés postraumático, se juró que aquello no quedaría así. Contrató un abogado y demandó a Bank of America.
Tras un largo juicio que se prolongó durante más de tres años, un tribunal de Florida le ha dado la razón: el banco deberá pagarle 3,3 millones de dólares en concepto de daños.
La corte concluyó en su veredicto que la entidad había sido negligente en la activación de la alarma. Además, también les recriminó la no desactivación de la alerta después de que los empleados de la sucursal comprobasen que no era un asaltante.
La sentencia asegura que el cliente que resultó apaleado “no sacó ningún arma, no hizo ninguna amenaza y no pidió ningún dinero”, simplemente le entregó el cheque y su carné de conducir a la cajera, que le entretuvo hasta que llegó la policía.
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