El Mercurio / GDA
Según dos encuestas y un tracking (medición diaria a través
de llamadas) a los que han tenido acceso a este medio, Maduro mantendría
una ventaja de entre siete y ocho puntos frente a Capriles, quien en
las
elecciones presidenciales del domingo podría superar el techo de 6.5 millones de votos alcanzados en las presidenciales del 7 de octubre. La ola de fervor popular que acompaña a Capriles por todo el país ha entusiasmado a la oposición y ha creado cierto nerviosismo en las filas gubernamentales.
“La oposición ha logrado ser mucho más eficiente en su campaña, aunque partía de una situación demoledora”, asegura Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.
La hoja de ruta chavista estaba marcada para cubrir el expediente en la campaña más corta y desequilibrada de la historia del país. Los fondos del Estado cubrían las promesas de Maduro; el aparato mediático chavista repetía una y otra vez mensajes de Chávez para favorecer a su heredero, mientras la maquinaría electoral del oficialista PSUV afilaba sus garras para celebrar una nueva victoria.
En paralelo, Capriles iniciaba su despegue. A la ofensiva, sin la inocencia de meses atrás, con mensajes y denuncias contundentes, pero manteniendo la apuesta por la reconciliación, el candidato transformado en líder opositor dejaba claro que “no soy el mismo del 7-O. Toleré mucho abuso. Yo voy a defender todos los votos del pueblo. Si creen que somos p... dejos, se quedarán con las ganas”.
Fue una actriz, querida por todos, la que dio señales de que algo estaba cambiando. “Nicolás no es Chávez, pero Capriles tampoco es (el expresidente) CAP (Carlos Andrés Pérez) ni (Rafael) Caldera”, sostuvo Gledys Ibarra en el acto de apoyo del mundo de la cultura al abanderado opositor.
Adiós, pajarito
CARACAS (EFE) – El mandatario encargado de Venezuela y candidato oficialista a la presidencia, Nicolás Maduro, dijo ayer que les hará caso a los consejos de algunos asesores y dejará de silbar como un “pajarito” en sus mítines entendiendo que es un gesto que no es bien recibido por sus seguidores.
El silbido se ha convertido en un recurso recurrente en sus actos cuando, a principios de mes, desde la casa natal del fallecido presidente Hugo Chávez en Sabaneta, en los llanos venezolanos, Maduro confesó que mientras estaba rezando se le apareció Chávez bajo la forma de una “pajarito chiquitito”.
“Vamos a hacerles caso a los asesores; no voy a silbar más porque le cae muy mal al pueblo, lo desmotiva”, señaló Maduro, quien el miércoles lució un sombrero de paja con un pájaro en la corona.
elecciones presidenciales del domingo podría superar el techo de 6.5 millones de votos alcanzados en las presidenciales del 7 de octubre. La ola de fervor popular que acompaña a Capriles por todo el país ha entusiasmado a la oposición y ha creado cierto nerviosismo en las filas gubernamentales.
“La oposición ha logrado ser mucho más eficiente en su campaña, aunque partía de una situación demoledora”, asegura Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.
La hoja de ruta chavista estaba marcada para cubrir el expediente en la campaña más corta y desequilibrada de la historia del país. Los fondos del Estado cubrían las promesas de Maduro; el aparato mediático chavista repetía una y otra vez mensajes de Chávez para favorecer a su heredero, mientras la maquinaría electoral del oficialista PSUV afilaba sus garras para celebrar una nueva victoria.
En paralelo, Capriles iniciaba su despegue. A la ofensiva, sin la inocencia de meses atrás, con mensajes y denuncias contundentes, pero manteniendo la apuesta por la reconciliación, el candidato transformado en líder opositor dejaba claro que “no soy el mismo del 7-O. Toleré mucho abuso. Yo voy a defender todos los votos del pueblo. Si creen que somos p... dejos, se quedarán con las ganas”.
Fue una actriz, querida por todos, la que dio señales de que algo estaba cambiando. “Nicolás no es Chávez, pero Capriles tampoco es (el expresidente) CAP (Carlos Andrés Pérez) ni (Rafael) Caldera”, sostuvo Gledys Ibarra en el acto de apoyo del mundo de la cultura al abanderado opositor.
Adiós, pajarito
CARACAS (EFE) – El mandatario encargado de Venezuela y candidato oficialista a la presidencia, Nicolás Maduro, dijo ayer que les hará caso a los consejos de algunos asesores y dejará de silbar como un “pajarito” en sus mítines entendiendo que es un gesto que no es bien recibido por sus seguidores.
El silbido se ha convertido en un recurso recurrente en sus actos cuando, a principios de mes, desde la casa natal del fallecido presidente Hugo Chávez en Sabaneta, en los llanos venezolanos, Maduro confesó que mientras estaba rezando se le apareció Chávez bajo la forma de una “pajarito chiquitito”.
“Vamos a hacerles caso a los asesores; no voy a silbar más porque le cae muy mal al pueblo, lo desmotiva”, señaló Maduro, quien el miércoles lució un sombrero de paja con un pájaro en la corona.
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